Cuando compré mi primer sofá, hace ya algunos años, pensé que ese era mi rito de iniciación en la edad adulta.
Era nuevo flamante, me costó un sueldo completo y resultó ser un sofá perfecto, lo que significaba que dos adultos podían tumbarse cómodamente mientras veían películas. Realmente era un sofá fantástico, no me melinterpretéis, pero unos 10 años después, me doy cuenta de que un complemento de mi hogar es sólo la punta del iceberg cuando se trata de equipar tu casa. En serio, mejorar tu casa y por consiguiente tu vida es un proceso. De ahí que una reforma de un piso aquí en Barcelona, por ejemplo, sea algo tan demandado.
Y por mucho que quisiera gastar todo mi sueldo en el último bolso de Celine o Saint Laurent, necesito ser realista e invertir en mi hogar porque es mi lugar seguro, mi nido, mi espacio de felicidad,… así que dónde mejor invertido, ¿verdad?.