Quizá sea el hecho de vestirnos con la camisa blanca debajo del jersey y de usar la colonia reservada para los días importantes. Quizá sea por el programa de la entrada que cogemos y releemos una y mil veces antes de que empiece el espectáculo, o quizá por la sensación de magia que sentimos cuando el telón se abre y una historia cobra vida.
Sea por la razón que sea, ir al teatro es una experiencia que marca. Sobre todo cuando lo vives desde pequeño. Porque si ya es importante aprender a leer y escribir en esa época de purés y pechugas de pollo a la plancha, también lo es comenzar a ser sensibles a todo lo que nos rodea y adoptar las herramientas suficientes para afrontar la realidad. Y eso es lo que dan los días de programa en mano y butaca esperando a que se apaguen las luces. Eso es lo que da la cultura.
Y España es el lugar idóneo para eso. Ya sean espectáculos en Madrid, magia en Barcelona o musicales en Valencia; los escenarios de todo el país se llenan de arte. Funciones que disfrutar en familia y que tienen el poder de hacer sentir ilusión a cada uno. Sobre todo a esos que deben estar en la cama a las 9 de la noche.