Desde la propuesta hasta el vestido, desde las flores hasta la música elegida, me encanta imaginar todos los detalles personales que ahora escogería si volviese a clebrar mi gran día y conseguir que fuese realmente especial.
Después de estos 8 años juntos, creo que si volviese a repetir mi boda (siempre con ÉL), las circunstancias serían totalmente diferentes a aquel 10 de Septiembre de 2011, así es como me lo imagino ahora…
¿Quién no querría darse el «sí, quiero» en un jardín encantado?. Puestos a imaginar, pienso en una novia, pieza clave en el diseño de su propia boda, incorporando la pasión de la pareja por la jardinería a través de diversas especies cultivadas en casa que servían tanto como adornos para la mesa como para sus invitados, bajo árboles centenarios.
Cuando piensas en una boda en el mar, no necesitas más que un lugar mágico de la Costa Brava como Cala Llevadó, pequeño e ideal para una celebración familiar. Naturaleza por los cuatro costados, un entorno que a sus protagonistas Albert y Cristina que les permite recordar, volver a su infancia y sentir emociones únicas.
Cristina se preparó para el «sí quiero» en un rincón frente al mar con complementos que ponen la vista en sus antepasados, un tocador antiguo de sus abuelos, perfumeros y espejo de los años 50,… todo cargado de sentimientos para una ceremonia bajo un altar lleno de romanticismo con la brisa marina de fondo.
Todo es simplemente perfecto en esta boda de otoño celebrada en el campo, en un histórico pazo de Pontevedra.
Todos los elementos combinan perfectamente. El lugar, un verdadero patrimonio único lleno de historia, los detalles de color del vestido de la novia, ¡complementados a tono por los zapatos (a juego con el cinturón)!. El vestido, realizado en tela bordada por Beatriz Álvaro con un delicado aire inglés de la novia, el encantador espacio donde celebraron la ceremonia, todo los detalles en el contexto de un precioso emplazamiento en Galicia. Es todo delicioso y romántico.
Sandra y Alberto se conocieron en su último año de universidad, en Salamanca en 2008. Fue en un bar. Empezaron a hablar de música y… hasta hoy, así de fácil!.
Un año y medio después se fueron a Madrid juntos y después de dos años volvieron a Extremadura.
Soy Cristina, creadora de Querida Valentina, experta en comunicación y marketing digital. Amante del lápiz de labios rojo, adicta a Instagram, viajera del mundo y apasionada confesa de las bodas.
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