Natalia, aunque fisioterapeuta de profesión, es una auténtica enamorada de las bodas y de los pequeños detalles.

Es lectora de nuestro blog y nos envió su campestre boda celebrada en el Palacio de Hoyuelos, un pueblecito muy pequeño de Segovia.

El vestido fue diseñado por ella misma y junto con su madre, una consumada modista, llevaron a la realidad todas las ideas de Natalia. Realizado en crêpe de seda, sin grandes volúmenes, con mucha caída y un gran escote en la espalda, se completó con aplicaciones de pedrería en las hombreras y en la parte posterior, adquiridos en Europa Europa, especializados en encajes antiguos y piezas vintage.

Los zapatos, en tono empolvado, con un toque glitter y 13 cm de tacón eran de Membur.

Del maquillaje y peluquería se encargó Ana Plaza, un recogido informal y desestructurado resultaron perfectos para esta boda en el campo.

La ceremonia religiosa tuvo lugar en la iglesia que está ubicada justo detrás del palacio, pequeñita pero perfecta para sus 70 invitados.

La celebración se desarrolló en este hermoso edificio renacentista del siglo XVI, perfectamente restaurado por sus propietarios. El cóctel se celebró en su precioso claustro y el almuerzo posterior en un amplio salón de piedra blanco, después la fiesta se desarrolló junto a la piscina y el inmenso jardín.

Alberto Sánchez Mena fue el encargado de recoger con su cámara los momentos más emocionantes del día y he de decir que sus fotografías tienen un sentimiento muy especial.

La decoración floral fue realizada por Sonia Lunte, de Pétalos Naturales. También el ramo de la novia compuesto por 7 tipos de flores diferentes, entre las que se encontraban el eucalipto y la cineraria que aportabann la asimetría perfecta para darle un toque más silvestre.

Fue una boda cargada de detalles e ideas originales, desde el seating plan 100% handmade con macetas  y lecheras antiguas hasta las letras de madera con sus iniciales dispuestas en la entrada del Palacio, regalo de la hermana de la novia.