El vestido de Cristina fue realizado por Miriam Gálvez. Los detalles de la cadera y el encaje antiguo de los puños fueron un regalo que integraron en el vestido. Llevaba mantilla de la familia de su marido, con la que se había casado su madre, abuela y bisabuela. La coronita de mini florecitas de cerámica, regalo de su primo, fue realizada por Olivia&Cloe. Del maquillaje se encargó Natalia Belda.

La iglesia estaba decorada con hortensias, muy características del norte de España y fue su manera de tener un poquito de un valle de Cantabria en la boda. Su padre se encargó de la decoración de la iglesia y fue una sorpresa total al llegar al altar. El ramo fue realizado por su hermana, con flores de Floristería Bourguignon. Anudó al tallo un recorte de tela de su vestido y otra trozo de tela del chaquet a medida de Eduardo, acompañados por una medallita de la Virgen del Camino, Patrona del Valle cántabro donde veranea su familia desde hace 5 generaciones.

La ceremonia fue llena de significado y muy especial. El misal llevaba una portada dibujada en acuarela por la hermana de la novia. Lo celebramos en la finca Cañada Real en El Escorial, inmersa en la naturaleza, campestre y en un entorno precioso. Con catering propio lleno de propuestas originales y deliciosas. Los centros de mesa, realizados por su hermana y su prima, llevaban ramitas, piñas y flores secas recogidas en el jardín de la casa familiar de Riaza.

Todo el maravilloso reportaje fotográfico es de Elena Bau y el vídeo fue realizado por OchoVeinticuatro.