En las redes sociales os hacía un pequeño anticipo aquí de lo que había sido el bautizo de mi gordita. Lo celebramos el pasado mes de Mayo y sin lugar a dudas fue uno de los días más felices de mi vida, si no el más feliz.

Desde hace unos meses vivo a caballo entre Madrid y Barcelona, así que cuando nos planteamos la celebración del bautizo de mini Valentina dudamos sobre la ubicación. Finalmente, y por diversos temas logísticos, lo organizamos todo en Barcelona. Queríamos algo íntimo y familiar, pues así lo concebíamos. Ponerse manos a la obra a pensar en un evento, por muy pequeño que sea, cuando no conoces bien la ciudad ni lo proveedores resulta complicado; pero por suerte conté con alguna ayuda absolutamente valiosa…

Con Elena Bau tengo una conexión muy especial desde el primer día que nos conocimos, y en cuanto me enteré que tenía un nuevo equipo en Barcelona, supe que serían ellos quienes se encargarían de las fotos del bautizo. Y es que las imágenes no pueden ser más bonitas y son un recuerdo tan maravilloso.

Cuando nació mi hija, mi amiga América, de 3, 2, 1 Me caso, me envió una cajita ideal con chuches de Sweet in a box. A través de ella conocí a Cristina Moríñigo, el alma mater de Sweet in a box, y también su maravilloso trabajo al que ya me he hecho adicta. Cuando le plantee preparar un sweet bar para el bautizo, siguiendo la misma estética que había preparado para sus recordatorios, le fascinó la idea y se implicó al 100% en todo el diseño y montaje. El resultado nos dejó sin palabras a todos. Y es que no podía haber sido más mono, sólo tengo una espinita clavada y es no haber podido disfrutar más de las chuches, porque amigas sigo con mi plan de puesta a punto para no tener que vestirme con un traje de neopreno integral en la playa este verano…

Para más inspiración, nos leemos en Facebook, Twitter e Instagram.