
Es bien sabido que la mejor manera de conocer una ciudad nueva es pasear, pasear y pasear. En nuestro caso, la intensidad del paso la marcaban las niñas, pero la experiencia no pudo ser más positiva.
Soy de las que pienso que un lugar se conoce andando y, además, es una manera estupenda de poder ir marcando altos en el camino como, por ejemplo, para disfrutar en un lugar apetecible.
Nuestra opción de sábado fue ir hasta la playa de La Malvarrosa y después hacer una parada técnica en La Más Bonita de La Patacona. Las mesas de la terraza son la quintaesencia de la buena vida mediterránea: sol, comida buena y ese bullicio de cualquier sitio cerca del mar.
Después del gran paseo –se tarda más de 1 hora caminando a paso ligerito, no hay nada mejor que volver al spa del hotel a relajarse. Aunque la piscina terapéutica del interior está disponible únicamente para adultos, disponen de un horario reducido en el que se puede acceder con niños, y os aseguro que mis hijas los agradecieron y mucho.
Mientras tanto, yo pude disfrutar de un tratamiento glorioso de Natura Bisse en su Jardi Wellness Centre. Ya sabéis que soy una auténtica apasionada de la belleza y el wellness, pero si hay algo absolutamente delicioso es disfrutar de un tratamiento mientras estás de viaje. Ponerse en manos de Silvia, su experta en belleza, es entrar en un estado de felicidad sublime.
Y ya, ya estamos listos para ir a conocer El Carmen, una parte fundamental de Valencia. En el centro histórico de la ciudad está la Lonja (un ejemplar único de arquitectura gótica civil), el modernista Mercado Central y, por supuesto, el Miguelete y la Catedral.
¿Eres de salado o de dulce?. Si eres de los primeros, tienes que probar las famosas clóxinas (mejillones pequeños), hay que probarlas. Pero si eres tan golosa como yo, tómate una horchata acompañada de unos fartons en la histórica horchatería Santa Catalina.
¿Qué hacer el día en el que toca volver a casa?. Ay, ese gran dilema. ¿Desayunar e irse?. ¿Desayunar y quedarse?. Nosotros apostamos, claramente, por la segunda. Empezamos con unas tostadas de pan con aceite y tomate –y algo de crujiente bollería, que para eso estamos de escapada–, un café y un bol de fruta súper fresca.
Es momento de elegir dónde será la última comida en Valencia antes de volver a casa. Tocaba una paella. Nuestra elección la del senyoret con cigarras y llena de sabor en Arrocería Duna. Aquí bordan los arroces, pero quizás lo mejor de todo sea la sobremesa con el aroma de la salitre inundando todo.
Antes de iniciar el camino de vuelta a casa, una última parada en el Hotel Westin Valencia –y un último chapuzón inmortalizado en Instagram– para recoger el equipaje y para despedirnos de esas palmeras tan majestuosas de su patio que seguirán disfrutando de Valencia y de su luz hasta nuestra próxima visita, volveremos!.
Tonia
julio 16, 2018Las niñas están preciosas y enormes y tú outfit es ideal. Se puede ser mamá y no por ello, descuidarse. Bravo Cristina.
Cristina Duarte
julio 16, 2018Millones de gracias por tu comentario.
Un fuerte abrazo